miércoles, 16 de mayo de 2012

Se necesitaría otra Tierra para mantener el consumo actual, alerta WWF

Población mundial consume en un año los recursos que el planeta demora 18 meses en regenerar. En EE.UU. la situación es peor
Martes 15 de mayo de 2012 - 10:35 am
Tierra, Consumo, WWF, Ecosistemas
(AP)

Ginebra (EFE). La Tierra tarda un año y medio en regenerar los recursos que la población mundial consume en doce meses, algo que no es sostenible a largo plazo y que debe ser asumido y modificado por los jefes de Estado que acudirán a la cumbre de desarrollo sostenible Rio+20.

Así lo advirtió hoy el Fondo Mundial para la Naturaleza, (World Wide Fund, conocido por sus siglas WWF) al presentar su informe “Planeta Vivo 2012”, en el que hace una evaluación del estado de nuestro mundo, señala las presiones a las que está sometido y detalla soluciones para mejorarlo.

El texto afirma que de 1970 a 2008 la biodiversidad en el mundo se ha reducido un 30 por ciento, y un 60 por ciento de ella se ha perdido en los trópicos, en países muy poco desarrollados.

La demanda de recursos naturales se ha duplicado desde 1966, y actualmente el mundo tarda un año y medio en regenerar lo que consumimos en doce meses. De hecho, si todos consumiéramos como un estadounidense medio, necesitaríamos cuatro planetas para soportarlo.

USAMOS UN 50% MÁS DE LO QUE TENEMOS

“Vivimos como si tuviéramos otro planeta disponible, estamos usando un 50 por ciento más de recursos de los que el planeta puede ofrecer. Tenemos la capacidad de ofrecer agua, comida y energía a los 9.000-10.000 millones de personas que vivirán en la Tierra en 2050, pero solo si todos, gobiernos, empresas, y ciudadanos modificamos nuestro comportamiento”, advirtió en una rueda de prensa Jim Leape, director general de WWF Internacional.

Leape considera que ese cambio puede producirse en la cumbre de la ONU conocida como Rio+20 -que se celebrará dos décadas después de la Cumbre de la Tierra, la primera gran reunión que trató sobre la degradación del planeta y cómo modificar dicha tendencia- aunque es consciente que la tarea no va a ser fácil.

“Este desafío es tan trascendental que no podemos dejar el cambio sólo a los individuos, los gobiernos tienen que actuar y el momento es ahora. No estamos donde deberíamos estar en cuanto a la negociación, pero falta aún un mes y debería hacerse todo el esfuerzo necesario para lograrlo”.

ECOSISTEMAS Y HUELLA ECOLÓGICA

Para evaluar el estado del planeta se han usado dos herramientas, el Índice Planeta Vivo, que evalúa la salud de los ecosistemas de la Tierra; y la Huella Ecológica, la demanda y uso de recursos por parte de los humanos en comparación con la capacidad de regeneración de los mismos, que se concreta en el área de tierra realmente disponible para producir recursos renovables y absorber las emisiones de CO2.

Los diez países con mayor huella ecológica del mundo son Qatar, Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos, Dinamarca, Estados Unidos, Bélgica, Australia, Canadá, Holanda e Irlanda; España se sitúa en el puesto 25.

“Puede sorprender ver a países como Dinamarca, conocidos como ecológicos, estar en una posición tan alta, pero es que la huella toma en cuenta las importaciones y su coste, y este puede ser muy alto para el medio ambiente”, explicó Gemma Cranston, de la Red Global de la Huella Ecológica, co-editora del informe.

Los países ricos tienen de media cinco veces más impacto que los menos desarrollados, pero el mayor declive en biodiversidad lo padecen las naciones pobres, que según el informe “subsidian el estilo de vida de los países ricos”.

Para poder reducir el impacto de nuestro patrón de consumo sobre la Tierra deberíamos reducir drásticamente el uso de combustibles fósiles y sustituirlos por energías renovables, disminuir y mejorar el consumo de agua, producir más eficientemente, intentar comprar productos que hayan sido fabricados o creados de forma sostenible, y acabar con los subsidios, sugiere WWF.

lunes, 7 de mayo de 2012

Inambari: Gran beneficio para Brasil y desastre ambiental para Perú


Por Ing. José Serra Vega

Ser, 3 de mayo, 2012.- El Perú firmó el año 2010, durante el gobierno de Alan García, un tratado con Brasil para exportar electricidad a ese país, producida por el represamiento de nuestros grandes ríos amazónicos.

El gobierno del Brasil propuso ejecutar cinco proyectos (el Perú, generosamente, le ha ofrecido 20 proyectos, es decir media Amazonía) y lo repartió entre sus más importantes compañías de construcción. El más importante de esos proyectos es el del río Inambari, que le tocó a OAS, la constructora más grande del Brasil, y a Eletrobrás y Furnas, ambas de propiedad del gobierno brasileño. Estas tres empresas formaron en Puno el consorcio EGASUR, que hizo los Estudios de Factibilidad y de Impacto Ambiental del Proyecto, invirtiendo, quizás, unos $8 millones. Esos estudios proponen la construcción de una central hidroeléctrica con una potencia instalada de 2,200 megavatios (MW), es decir un tercio de toda la capacidad instalada actualmente en el Perú, con un dique de concreto y piedras de 203 metros de altura, el que formaría un embalse que inundaría un área de 378 kilómetros cuadrados. La inversión sería de $4,312 millones para la hidroeléctrica y 882 millones para la línea de transmisión al Brasil. El análisis financiero (1) de donde se han extraído los datos de este artículo no considera la línea de transmisión.

El proyecto ha dividido a la opinión pública peruana entre partidarios, básicamente ingenieros que trabajan en el sector eléctrico y algunos políticos; y adversarios, especialmente los pobladores de la zona afectada y organizaciones ambientalistas.

Los argumentos de los que están por el sí dicen que el Perú se beneficiará de energía barata (pero la energía del Inambari no lo será si se consideran los costos sociales y ambientales), que el sistema eléctrico peruano se beneficiará de su vinculación al sistema brasileño, que es mucho más grande y podría suministrar energía en el caso de una crisis de generación en este país. Además dicen que los brasileños van a poner toda la inversión y la tecnología, que compañías y trabajadores peruanos van a ganar durante la construcción y la operación, y que las regiones van a recibir ingresos del canon hidroeléctrico.

Los medioambientalistas opositores señalan que más de 90,000 hectáreas serían deforestadas, que la ecología del río sería seriamente afectada, que los trabajos y alteración del paisaje causarán grandes pérdidas en la rica biodiversidad de la zona, aledaña al Parque Nacional Bahuaja Sonene, uno de los más importantes del mundo, y que el reservorio producirá millones de toneladas de gases de efecto invernadero, contribuyendo así al calentamiento global, que ya está afectando seriamente a los glaciares de la cordillera de los Andes. Unos 4,000 pobladores deberán ser reubicados, pero ellos han rechazado a la compañía, ya que no quieren abandonar ni sus tierras ni su modo de vida y temen el influjo de miles inmigrantes a la zona, a la búsqueda de trabajo y tierras, con todos los consiguientes males sociales implicados en este tipo de procesos. Reubicarlos satisfactoriamente en la misma región va a ser muy difícil debido a la limitada aptitud agrícola del lugar y a la escasez de tierras.

Hemos analizado el proyecto a partir de los datos publicados para cifrar los beneficios que podría esperar el consorcio EGASUR y sus ventajas y desventajas para las sociedades peruana y brasileña. Para ello se supuso que la construcción del proyecto comenzaría en el 2012, que operaría durante 30 años, a partir del año 2017 y que al final de la concesión sería entregada sin costo al Estado peruano. Se hicieron dos hipótesis de repartición de la generación: 24% (Caso B) y 48% (Caso C) para el Perú, y lo restante para el Brasil. Para estos casos se consideraron los precios actuales de la electricidad: $56.00 por megavatio-hora (MWh) para el Perú y 51.96 para el Brasil. También se consideró un Caso A en el que la tarifa sería la misma para Perú y Brasil: 70.00 $/MWh, que es la que EGASUR ha considerado en su estudio de factibilidad, y por lo tanto no es necesario considerar una repartición de la generación entre los dos mercados. Luego se hicieron análisis de sensibilidad para identificar los umbrales de rentabilidad del proyecto.

También se consideró que EGASUR obtendría una remuneración por concepto del afianzamiento de las centrales de Santo Antonio y Jirau en el río Madeira, en territorio brasileño. Esto quiere decir que durante la estación seca el agua que soltará el reservorio del Inambari podrá ser utilizada por esas centrales, las que deberían pagar por el servicio.

Todos los resultados están en Valores Actuales Netos (2) (VAN) en el cuadro siguiente para tres casos: A, B y C, todos con afianzamiento del Madeira. En el caso A la tarifa es la misma para Perú y Brasil: 70.00 $/MWh, en los casos B y C la tarifa es la actual. Sin afianzamiento del Madeira los casos B y C no son rentables a las tarifas actuales.

El resultado final es que cuando se consideran los costos ambientales y sociales el proyecto es altamente negativo para la sociedad peruana.

Para el caso con 48% de la generación para el Perú, las tres regiones involucradas, Puno, Cusco y Madre de Dios, recibirían un canon de un VAN de $ 1,300,000 por año durante 15 años.

Finalmente se calcularon los aportes del proyecto a las economías del Perú y del Brasil y se llegó a la conclusión de que el proyecto es altamente positivo para la sociedad brasileña y altamente negativo para la sociedad peruana.
*El IGV a las ventas de electricidad está considerado dentro de los ingresos del gobierno peruano, pero debe ser sustraído de la cuenta final porque es una transferencia de riqueza dentro de la sociedad peruana.

Notas:
1) SERRA VEGA J. et alia (2012). Costos y beneficios del proyecto hidroeléctrico del río Inambari. WCS y CSF. Lima. (En prensa).

2) El Valor Actual Neto de un proyecto es la diferencia entre todos los ingresos y egresos durante su vida útil, actualizados a la fecha de hoy. Es decir, tiene en cuenta que 100 soles dentro de un año valen menos que 100 soles hoy día. La diferencia puede ser la tasa de interés o el beneficio que espera el inversionista de su capital. Esto se llama tasa de actualización. Para los cálculos financieros se utilizó una tasa de actualización de 12% y para los costos medio ambientales de 1% y 11% según el caso.

Noticias SER agradece la colaboración del Ing. José Serra por el presente artículo, preparado para el Colectivo Amazonía e Hidroeléctricas

ENLACE: http://servindi.org/actualidad/63783
REFLEXIONES EN EL DÍA INTERNACIONAL DE NUESTRA MADRE TIERRA

Por medio de la Resolución N.° 63/278, del 01 de mayo de 2009, la ONU institucionalizó la celebración del “Día Internacional de la Madre Tierra”, remarcando que esta expresión de especial consideración a nuestro hogar común -que es utilizada por prácticamente todos los pueblos y naciones originarias o indígenas del mundo- denota la indesligable interdependencia existente entre los seres humanos y las demás especies junto a las cuales tenemos la suerte de compartir este hermoso planeta. En efecto, como bien lo ha señalado la ONU en esta resolución y a través de otros documentos elaborados por científicos internacionales, el equilibrio y la buena salud de los ecosistemas del planeta son indispensables para que tanto las generaciones actuales de seres humanos como las futuras puedan gozar de una vida auténticamente digna y saludable.

Un ejemplo de ello lo encontramos en el informe entregado a la ONU a inicios de este año por un panel de 22 expertos de 07 países titulado “Gente resiliente en un planeta resiliente: un futuro que vale la pena elegir”, el mismo que servirá de base para la Conferencia de las Naciones Unidas de “Río + 20”, a desarrollarse en junio próximo. En este documento, se  señala, entre otras cosas, que: “Dado que la población mundial parece encaminada a crecer a cerca de 9 000 millones de habitantes para el 2040 desde los 7 000 millones actuales y a que el número de consumidores de clase media aumente en 3 000 millones en los próximos 20 años, la demanda de recursos aumentará exponencialmente. Para el 2030, el mundo necesitará al menos un 50 por ciento más de alimentos, un 45 por ciento más de energía y un 30 por ciento más de agua – todo ello en un momento en que los límites del medio ambiente imponen nuevos límites al suministro. Esto sucede sobre todo con el cambio climático, que incide en todos los aspectos de la salud humana y del planeta”.

Ello no hace más que reiterar lo evidente: que nuestro planeta está atravesando una muy grave crisis ambiental. En efecto, sólo para mencionar algunos ejemplos de ello, tenemos que en China desaparecen 20 lagos anualmente como consecuencia del cambio climáticos y de las actividades humanas; que alrededor de 13 millones de hectáreas de bosques se pierden al año producto de la deforestación y la desertificación; que existen 20 millones más de personas desnutridas que en el año 2000; y que las emisiones de CO2 aumentaron un 38% entre 1990 y el 2009, elevándose así el riesgo de aumento del nivel del mar y climas extremos.

Producto de lo cual, este informe concluye una verdad a todas luces cierta y a la vez incómoda para muchos que viven de esta destrucción, que: El modelo de desarrollo mundial es insostenible. No podemos continuar suponiendo que nuestras acciones colectivas no darán lugar a situaciones sin retorno en la medida que no respetamos los umbrales críticos del medio ambiente, lo que puede causar daños irreversibles para los ecosistemas y las comunidades humanas. (…) De hecho, sino somos capaces de resolver el dilema del desarrollo sostenible, corremos el riesgo de condenar a 3 000 millones de miembros de nuestras familias a una vida de pobreza endémica. Ninguno de estos resultados es aceptable, por lo que tenemos que encontrar un nuevo camino hacia adelante”. Palabras oficiales de un organismo internacional al que nadie puede acusar de “ambientalista”, “verde” o “caviar”, y que simplemente nos ratifican que el actual modelo de desarrollo económico, basado en el consumismo a ultranza, en la bonanza material como sinónimo de “desarrollo”, está generando esta crisis planetaria que parece irreversible, y que traerá lamentables consecuencias sobre todas las especies, especialmente la nuestra.

Ahora bien, sólo para recordar cómo nos va aquí en el Perú en estos aspectos, ocurre que en la actualidad tenemos más de 6 000 pasivos ambientales mineros, de los cuales únicamente 941 (o sea, mucho menos de la quinta parte) tienen un responsable para su remediación; que en 30 años se ha perdido el 22% de la superficie de nuestros glaciares, siendo la Cordillera Blanca la más afectada al perder nada menos que el 33% de su superficie (9,3 km2). Dos ejemplos que nos ilustran y demuestran que nuestro actual “desarrollo” no es tal, pues está basado en la destrucción de nuestro medio ambiente. Y es claro que un genuino desarrollo nunca puede costarnos el precio de destruir nuestro propio hogar.

La grandeza de las culturas que conformaron el Tahuantinsuyo, admiradas, respetadas y estudiadas hoy en día con asombro por muchas personas en todo el mundo (al punto que ha llegado a ser considerada como una de las sociedades más justas, equitativas y avanzadas en los planos social, moral, tecnológico y científico en toda la historia humana), no fue ni el producto de la casualidad ni, mucho menos, de la aplicación de una economía extractivista, consumista y depredadora del ambiente. Todo lo contrario, la historia nos demuestra que el eje fundamental de su desarrollo se debió gracias al impulso que le brindaron a la actividad agrícola, la que practicaron basándose en el respecto y la convivencia armónica de los seres humanos con nuestra Madre Tierra.

Es necesario reiterar en este nuevo “Día Internacional de la Madre Tierra” que la especie humana debe reencontrarse con sus raíces ancestrales y retomar sus vínculos con el entorno natural al que le debe su existencia y su vida. Y, para ello, es preciso que vuelva a volcar su mirada hacia la cosmovisión de nuestras culturas ancestrales, las que por siglos y siglos han sabido vivir en perfecta armonía con nuestra Madre Tierra, legándonos a nuestra sociedad sus sabios conocimientos, en los cuales probablemente encontremos la mejor –sino la única- opción para gozar del “buen vivir”.