La Madre Tierra, sujeto de dignidad y de derechosLeonardo Boff |
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El día 22 de
abril de 2009 la Asamblea General de las Naciones Unidas en su 63ª sesión aprobó
por unanimidad el proyecto presentado por el Presidente de Bolivia, Evo Morales
Ayma, de que todo 22 de abril sea celebrado como el Día Internacional de la
Madre Tierra. Ya no se trata del Día de la Tierra, sino del Día de la
Madre Tierra.
Este cambio
significa una revolución en nuestra forma de mirar el Planeta Tierra y de
relacionarnos con él. Una cosa es decir Tierra, sin más, que se puede
comprar, vender, investigar científicamente y explotar económicamente. Otra cosa
es decir Madre Tierra, porque a una madre no se la puede explotar
económicamente, ni mucho menos comprar o vender. A una madre hay que amarla,
cuidarla, respetarla y reverenciarla.
Atribuir
tales valores a la Tierra, porque es Madre, conlleva a afirmar que es sujeto de
dignidad y portadora de derechos.
1.
Argumentos en pro de los derechos de la Tierra
¿Cuál es la
base científica y filosófica que nos permite considerar a la Tierra como Madre y
con derechos? Veo cinco razones principales.
La primera es
la más alta ancestralidad de la tradición transcultural que siempre consideró la
Tierra como Madre. En su visión cósmica, los pueblos originarios sentían que la
Tierra era y es parte del Universo a quien rendían culto con un respeto
reverencial ante a su majestad. Tenían clara conciencia de que recibían de ella
todo lo que necesitaban para vivir. Era la Magna
Mater yNana.
Esta visión
ancestral continúa viva en los pueblos originarios, como los andinos, y otros,
que contemplan la Tierra como Pacha Mama y sostienen con ella una relación de
profundo respeto y cuidado.
La segunda razón
es la constatación científica realizada por parte de sectores importantes de las
ciencias de la Tierra (nueva biología, astrofísica, física cuántica). Según
ellos, la Tierra es un superorganismo vivo, que articula lo físico, lo químico,
lo biológico y lo ecológico, de forma tan interdependiente y sutil que se hace
siempre propicia a producir y reproducir la vida.
Fue mérito de
los científicos James Lovelock, Lynn Margulis, Elisabet Sahtouris, José
Lutzenberg y otros, a partir de los años 70 del siglo pasado, después de
investigaciones minuciosas, el haber propuesto esta visión que más y más se está
imponiendo a la comunidad científica internacional, y que está siendo asumida
por amplios sectores de la cultura. Inicialmente era una hipótesis, que a partir
de 2001 pasó a una teoría científica, el grado más alto del reconocimiento en el
campo de las ciencias. A la Tierra viva la llamaron Gaia, uno de los nombres de
la mitología griega para designar la vitalidad de la Tierra.
La atmósfera
actual no resulta solamente de mecanismos físicos, químicos y de fuerzas
directivas del universo, sino principalmente de la interacción de la vida misma
con todo el entorno ecológico. De esta interacción resulta que la atmósfera como
la tenemos hoy es un producto biológico. La sinergia de los organismos vivos con
los elementos de la Tierra va creando y manteniendo el hábitat adecuado que
denominamos biósfera.
Si así es,
podemos entonces decir: no solamente hay vida sobre la Tierra. La Tierra misma
es viva, un superorganismo extremamente complejo, hecho de
inter-retro-relaciones con el ambiente conjuntamente con las energías cósmicas
siempre actuantes.
La vida debe
ser amada, cuidada y fortalecida. No puede ser amenazada y eliminada. No puede
ser transformada en mercancía y puesta en el mercado. La vida es sagrada. Por lo
tanto, la Tierra viva, la Madre Tierra es sujeto de dignidad, y portadora de
derechos, porque todo lo que vive, tiene un valor intrínseco, independientemente
del uso humano, y merece existir y tiene derecho a vivir.
La tercera razón
es la unidad Tierra y Humanidad como legado de los astronautas desde sus viajes
espaciales. Desde la Luna, o de sus naves, han podido contemplar, llenos de
admiración y de sacralidad, la Tierra. Han testimoniado esta experiencia
(overview effect): entre Tierra y Humanidad no hay diferenciación. Ambos
constituyen una entidad única, resplandeciente, azul-blanca, compleja y bien
ordenada. Una capa tenue, de unos pocos kilómetros, forma la biósfera, que
garantiza la existencia de una multitud incalculable de formas de vida. Tierra y
Humanidad componen un todo orgánico compuesto de ecosistemas, con sus diferentes
formas de vida, especialmente la humana. Esta entidad, única, compuesta de
Tierra y Humanidad nos permite decir que la Tierra está viva y es Madre.
La cuarta razón
es cosmológica: la Tierra y la vida constituyen momentos del vasto proceso de la
evolución del universo. Es generalmente aceptado que todo el Universo, todos los
seres, el Sol, la Tierra y cada uno de nosotros, estábamos juntos en aquel punto
pequeñísimo, pero cargado de energía y de información, que en un momento
intemporal explotó. Ocurrió el big bang, hace como 13,7 mil millones de
años.
Las energías
y las partículas elementales se difundieron creando el espacio y el tiempo y
dando origen al proceso de la evolución. Esas energías y los elementos
primordiales se han condensado en estrellas rojas, dentro de las cuales, en mil
millones de años, se han forjado todos los elementos físicos y químicos que
componen el Universo.
Al explotar,
las estrellas rojas lanzaron estos elementos hacia afuera y dieron origen a las
galaxias, a las estrellas y al Sol con sus planetas en un proceso de expansión,
de auto-creación, de auto-organización y de complejificación que todavía
continúa. El cosmos no acabó de nacer, se encuentra en cosmogénesis. Todos somos
hijos e hijas del polvo cósmico.
Hace 4,5 mil
millones de años irrumpió la Tierra como el tercer planeta del sistema solar.
Con el aumento de la complejidad y de órdenes cada vez más altas dentro de la
misma Tierra, emergió, hace 3,8 mil millones de años, la vida, posiblemente en
el seno de un océano primitivo.
En un momento
avanzado de la expansión de la vida y con el aumento de su complejidad interna,
apareció, hace unos 5 millones de años, la vida consciente e inteligente. Es la
entrada del ser humano en el escenario de la evolución.
Entonces
podemos decir: la Tierra es un momento de la evolución del universo. La vida es
un momento de la evolución de la Tierra. Y la vida humana es un momento de la
evolución de la vida. Pero para que la vida pueda existir y reproducirse
necesita de todas las precondiciones energéticas, físicas y químicas sin las
cuales no puede irrumpir ni subsistir. Por eso hay que incluir todo el proceso
de la evolución anterior para entender adecuadamente la Tierra y la vida.
El ser
humano, por ser la parte consciente e inteligente de la misma Tierra, debe ser
visto como la Tierra que siente, piensa, ama, cuida y venera.
Hay un
consenso universal expresado por varias Declaraciones y Convenciones
Internacionales de que el ser humano, hombre y mujer, tiene dignidad y derechos
inalienables. Si asumimos que el ser humano es la misma Tierra consciente e
inteligente, ello implica admitir que ella participa de la misma dignidad y de
los mismos derechos. Por lo tanto, la Tierra es sujeto de dignidad y de
derechos.
Hay
una quinta razón que sustenta nuestra tesis, que se deriva de la
naturaleza relacional e informacional de todo el universo y de cada ser. La
materia no tiene solamente masa y energía. Tiene una tercera dimensión que es su
capacidad de conexión y de información. Desde el primer momento en que los
primeros elementos materiales se formaron
–los hadrions y toquarks– establecieron relaciones entre sí e
intercambiaron informaciones.
Este carácter
de inter-retro-conexiones es transversal a todos los seres, de forma que se
puede decir con los físicos cuánticos que “todo tiene que ver con todo, en todos
los puntos y en todas las circunstancias”. El universo, más que la suma de todos
los seres existentes y por existir, es el conjunto de todas las relaciones y
redes de relaciones con sus informaciones que todos mantienen con todos. Todo es
relación y nada puede existir fuera de la relación. Esto funda el principio de
cooperación, como la ley más fundamental del universo que relativiza el
principio de la selección natural.
Por el hecho
de que todos están dentro de un proceso cosmogénico, todos los seres tienen
historia. Cada uno posee su manera de relacionarse con los demás. Por eso, tiene
su singularidad, que genera cierto nivel de subjetividad. La diferencia entre la
subjetividad del universo y de cada ser y la humana no es de
principio sino de grado. Todos están interconectados (principio) pero
cada uno realiza la conexión a su manera (grado). En nosotros, altamente
compleja y por esto autoconsciente, y en el universo y en cada ser, de su manera
propia y menos compleja.
Este carácter
informacional de la realidad, con historia y subjetividad, permite ampliar la
personalidad jurídica de los seres, especialmente de la Tierra. Como muchos
ya notaron, la Declaración de los Derechos del Hombre tuvo el mérito de decir
“todos los hombres” tienen derechos, pero el defecto de pensar que “solo los
hombres” tienen derechos. Las mujeres, los indígenas y los afrodescendientes
tuvieron que luchar mucho para garantizar sus derechos y lo han
conseguido.
Ahora tenemos
que poner mucho empeño para garantizar los derechos de la Madre Tierra, de la
naturaleza, de los animales, de las selvas, de las aguas, en fin, de todos los
ecosistemas.
Si el siglo
XX fue el siglo de los derechos humanos –decía el Presidente Morales en su
intervención del 22 de abril de 2009 en la Asamblea de las Naciones Unidas– el
siglo XXI será el siglo de los derechos de la naturaleza, de la Madre Tierra y
de los seres vivos y de todos los seres.
A la luz de
esta visión, la democracia ya no puede ser antropocéntrica y sociocéntrica, como
si el ser humano y la sociedad lo fueran todo. Ellos también están dentro del
proceso cosmogénico universal y de la naturaleza. Esta visión tiene que
incorporar los nuevos ciudadanos, de los que el primer de todos es la Madre
Tierra –presupuesto para todos los demás–; en seguida toda la naturaleza, con
sus bienes y servicios, las aguas, los ríos y océanos, la fauna y la flora, los
paisajes y el medioambiente como un todo. Debe ser una democracia sociocósmica,
o una biocracia, o una cosmocracia.
2.
Individuación de los derechos de la Madre Tierra
Realizada la
tarea teórica de dar razones para afirmar que la Madre Tierra tiene dignidad y
es sujeto de derechos, cabe ahora detallar cuáles son sus principales
derechos.
Sería largo
desarrollar este discurso. Una buena orientación la dio el Presidente Evo
Morales Ayma en la referida intervención en las Naciones Unidas el 22 de abril
de 2009. Resumidamente afirmó:
- el derecho
de regeneración de la biocapacidad de la Madre Tierra,
- el derecho
a la vida de todos los seres vivos,
- el derecho
a una vida pura, porque la Madre Tierra tiene el derecho de vivir libre de
contaminación y de polución,
- el derecho
al vivir bien de todos los ciudadanos,
- el derecho
a la armonía y al equilibrio con todas la cosas,
- el derecho
a la conexión con el Todo del que somos parte.
Esta visión
funda una paz perenne con la Madre Tierra, base para la paz entre los pueblos.
La Tierra ya no es vista como un simple baúl de recursos infinitos que podemos
extraer ilimitadamente para nuestro bienestar humano, visión ésta que está entre
las causas principales que crearon los cambios climáticos y la crisis ecológica
y humanitaria generalizada. La Tierra es la Madre que nos sustenta y
alimenta.
Porque ella
tiene derechos originarios, nosotros tenemos deberes fundamentales: tratarla
bien, cuidar de su salud y de su vitalidad para que continúe haciendo lo que
viene ya haciendo durante millones y millones de años.
Un tiempo
nuevo empieza, el de la biocivilización, en la cual Tierra y Humanidad reconocen
su recíproca pertenencia, su origen común y su común destino.
- Leonardo
Boff es teólogo, profesor emérito de Ética por la Universidad de Rio y
comisionado de la Carta de la Tierra y escritor.
* Este texto
es parte de la revista América Latina en Movimiento No.479, en
coedición con la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas, CAOI, sobre el
tema "El horizonte de los derechos de la naturaleza" (http://alainet.org/publica/479.phtml)
ENLACE: http://alainet.org/active/58914
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