“Nueve cerros, cincuenta pastizales, cinco lagunas,
catorce puquios, once cuevas, tres ríos tan caudalosos
que no se hielan ni en invierno, cinco pueblos,
cinco camposantos, engulló el Cerco (minero) en quince días”
“Redoble por Rancas”, Manuel Scorza
Puno, la ciudad clima gélido donde se encuentra el lago navegable más alto del mundo, el Titicaca, en torno al cual florecieron grandes culturas como la de Tiahuanaco, actualmente atraviesa un serio conflicto social como consecuencia de la persistente e irresponsable intención del Estado de imponer allí, como en todo el Perú, las actividades mineras e hidrocarburíferas en las tierras ancestrales de los pueblos indígenas quechuas y aymaras.
Al respecto, cabe recordar que casi todo el territorio puneño se encuentra concesionado tanto para la extracción minera como petrolera. Sólo por citar un ejemplo, tenemos el caso del distrito de Corani (provincia de Carabaya), cuyo territorio está concesionado casi al 100%. Y no debemos pasar por alto que gran parte de la zona del lago Titicaca que pertenece al Perú ya ha sido lotizada para la explotación hidrocarburífera, sin tener en cuenta para nada los terribles impactos ambientales que ello significará.
Esta situación nos hace recordar las palabras que Fortunato, un personaje de la famosa novela “Redoble por Rancas”, de Manuel Scorza, evocara ante la invasión de los territorios de su comunidad por parte de la hoy extinta Cerro de Pasco Cooper Corporation:
“(…) ¡Miren lo que nos hace la “La Cerro”. No se conforman con cercar nuestras tierras. (…) ¡Pronto cercarán el mundo! (…) ¡No habrá agua para beber ni cielo para mirar!
- ¡No hay derecho!
- ¡Esto es un abuso!
- ¡Estos gringos de mierda no tienen derecho a botarnos de nuestra tierra!
- ¿Qué hacen las autoridades? (…)”
Lamentablemente, estas frases mantienen toda su vigencia hoy por hoy, pues gracias al genocida y dictador Alberto Fujimori y su espuria “Constitución” de 1993, se sentaron las bases “legales” para la expropiación indirecta de los territorios de las comunidades campesinas y nativas, a fin de dedicarlos a las actividades extractivas, propiciando también el etnocidio de nuestros pueblos indígenas que ni la invasión europea ni la supuesta independencia republicana lograron culminar.
Se proclama a voz en cuello un rotundo no al cambio de la Constitución cuando los afectados son las grandes empresas, el gran capital. Pero cuando los afectados son campesinos, indígenas, trabajadores y otros sectores históricamente desfavorecidos nadie dice absolutamente nada: ¿será acaso porque, como dice Eduardo Galeano, ellos son los “nadies”, aquellos que no importan para la toma de decisiones, pero sí para las elecciones?
Hoy los pueblos quechua y aymara de Puno exigen con justa razón que su región sea declarada como zona libre de minería, pues ello saben muy bien que si esta actividad logra asentarse en sus territorios, en un futuro no muy lejano no sólo destruirá su medio ambiente -como ya lo ha hecho en otros lugares del Perú y del mundo- sino también su propia existencia, pues actualmente la actividad minera e hidrocarburífera empiezan a desplazar y expulsar completamente a los pueblos indígenas de los lugares donde han vivido por generaciones. Y un indígena sin tierra, simplemente ya no existe.
Esperamos que la calma vuelva pronto a la ciudad de Puno. Sin embargo, es bien sabido que el sistema imperante y más aún este corrupto gobierno no generan las condiciones para una solución pacífica, pues para Alan García el poder de las armas siempre ha funcionado antes que el de la conciliación. Por ello, decimos enérgicamente: ¡Basta ya de derramar más sangre de nuestros hermanos indígenas y campesinos!
"Todos somos hijos e hijas de la Madre Tierra, madre de todas las madres. Somos parte de ella. Sin nuestra Madre Tierra la existencia de la humanidad sería imposible. Amémosla, cuidémosla y defendámosla de todos aquellos que la agreden y destruyen por culpa del dios dinero. El agua, el aire, la tierra, los animales, las plantas y la armonía natural valen mucho más que el oro"
COLECTIVO POR LA MADRE TIERRA - COMTERRA
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