El día de hoy, 24 de junio, celebramos en nuestro país una vez más el “Día del Campesino”, fecha conmemorativa instituida originalmente durante el gobierno de Leguía con el nombre del “Día del Indio” y que, posteriormente, fue modificada durante el gobierno de Velasco con el nombre que le conocemos actualmente porque el término “indio” era considerado peyorativo en aquél entonces.
Pero, más allá de los reconocimientos formales del Estado, el día de hoy es una ocasión que deberíamos celebrar de forma apoteósica todos los peruanos y peruanas, pues hay que recordar que es gracias a las mujeres y hombres campesinos, que dedican su vida entera el hermoso arte-ciencia de la agricultura, a quienes debemos el privilegio de tener en nuestras mesas a diario esos delicioso frutos que nos ofrenda la Naturaleza para alimentar y nutrir nuestros cuerpos, nuestra conciencia y nuestro espíritu.
En efecto, el día de hoy debe ser un motivo sumamente especial para recordar y agradecer profundamente a todos nuestros hermanos y hermanas del campo que, con tanta alegría y dedicación -y, también, con no poco esfuerzo- labran y fecundan tan amorosamente el vientre de nuestra Pachamama para extraer de ella los cultivos que nos dan la vida y preservan nuestra salud.
Sin embargo, a pesar de la vital labor que realizan los campesinas y campesinas para el sustento de nuestra sociedad y de nuestro país, no podemos omitir el hecho de que año tras año nuestros y hermanos y hermanas del campo son cada vez más olvidados y marginados por el Estado y las poblaciones urbanas, siendo tristes ejemplos de ello el maltrato del que son víctimas a diario para favorecer a los grandes nuevos terratenientes y a las grandes inversiones, las cuales a través de todos los medios posibles expropian y arrebatan sus tierras para dedicarlas a actividades nocivas como la minería, la extracción petrolera, el cultivo de transgénicos, el cultivos de especies para producir etanol, la deforestación y muchas otras que, al final, no sólo dañan a los propios seres humanos sino sobre todo a nuestra Madre Tierra, a la cual le debemos nuestra existencia y que, gracias al gran esfuerzo de nuestros hermanos y hermanas campesinos, aún conserva muchas de sus maravillas.
Es por ello que desde el COLECTIVO POR LA MADRE TIERRA - COMTERRA deseamos saludar y agradecer de todo corazón el enorme trabajo que cumplen a diario nuestros campesinos y campesinas no sólo en beneficio de nosotros sino sobre todo de nuestra Madre Tierra, a la cual con su cariño y practicando la sabiduría heredada de nuestros ancestros cuidan y veneran permanentemente, y por la que cuando es necesario luchan incluso ofrendando sus vidas, pues, a diferencia de aquellos que se han formado en la cultura occidental, para ellos la tierra es en efecto su madre, y por lo tanto es sagrada y hay que protegerla ante cualquier suceso o actividad que la pueda dañar.
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